Un amigo (de lo ajeno)

















Aquí arriba, sin razón alguna, ponemos dos fotos que han salido publicadas en la web del Circuito Nacional de Póker, en las que aparece un jugador que nos parece particularmente elegante. No tiene mayor interés.

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Hay un hombre llamado Antonio Fernández Somoza (que también se puede expresar como "Fernández Somoza, Antonio") que aparece varias veces referido en el Boletín Oficial de la Provincia de Lugo, porque lo citan a varios juicios a lo largo de varios meses del año 2019. Las notificaciones dicen que está "en ignorado paradero", y esa es la razón de que se lo cite mediante publicaciones oficiales, ya que no se pudieron realizar las notificaciones de modo personal porque no se lo pudo localizar en su domicilio durante varios meses. Ya es mala suerte.

Hay varias publicaciones similares, pero ponemos aquí sólo un par de ellas:

Un juicio

Otro juicio

¿Quién será? Hay varias personas que tienen ese nombre y apellidos: un joven futbolista de categorías regionales, un conocido fundador y directivo de una famosa empresa de transportes, un empleado de una empresa química, un miembro de la junta de una conocida denominación de origen de vino, o un antiguo caballero que vivió hace varios siglos. Pues resulta que no es ninguno de ellos. Nos quedamos con la duda.

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Ahora pasemos a hablar de una persona a la que conocemos. Resulta que en los últimos tiempos nos hemos ido encontrando varias personas y empresas, y se da la casualidad de que todos tenemos una cosa en común: hemos sido víctimas de los delitos cometidos por la misma persona. Un breve resumen de la historia:

Érase una vez un hombre, que más o menos vivía en Monforte de Lemos, y que supuestamente se dedicaba al comercio de vinos y congelados y varias cosas más, y al que le gustaba el juego (el juego legal, y el otro también). O tal vez no le gustaba y sólo era un ludópata, quién sabe.

La cuestión es que se movía mucho, estaba siempre de acá para allá, y pedía dinero prestado a la gente de su alrededor, algunos de ellos eran simples conocidos más o menos cercanos, otros eran amigos de toda la vida. A veces también les proponía jugosos negocios, negocios que sólo podía gestionar él gracias a su profundo conocimiento del sector en cuestión, de forma que lo que proponía era que los demás le diesen el dinero para que él gestionase la inversión.

Con el paso del tiempo, ese dinero prestado o aportado como inversión desaparecía y no se volvía a saber de él, y el que lo había entregado sólo obtenía excusas, balones fuera y patada a seguir. Pero como eran cantidades relativamente pequeñas, y como este hombre no solía dejar huellas ni pruebas (ya que las entregas de dinero se hacían siempre en efectivo, sin documentos ni recibos de ningún tipo), al final las víctimas desistían de perseguirlo, ya que las probabilidades de recuperarlo eran bajas y las dificultades y gastos en los que había que incurrir eran elevados. El timador se salía con la suya.

Así iba encadenando pequeños delitos de estafa, apropiación indebida, falsedad documental y otros, de los que salía airoso sin necesidad de esconderse demasiado, y pasaba a los siguientes y vuelta a empezar. Viajaba mucho, de modo que siempre encontraba nuevas víctimas en lugares distantes, personas que no sospechaban demasiado de él, porque no podían conocer lo que había hecho antes en los otros sitios.

Los timos y las estafas se sucedían, y así pasaban los años.

Pero entonces llegó el momento decisivo. Este estafador se dedicó a engañar a diferentes personas para que le dieran dinero con el que él adquiría o establecía administraciones de lotería para ellos (aunque algunas veces él supuestamente aportaba la mitad del capital y la otra persona sólo aportaba la otra mitad, de forma que eran socios). Pero resulta que no estaba permitido que una misma persona figurase como titular de más de una administración de loterías, así que nuestro amigo necesitaba de varias personas a las que usar para ponerlas en los documentos como titulares de las distintas administraciones. Y se ve que no consiguió suficientes personas, así que acabó por ponerse a sí mismo como titular de una de ellas.

Todo marchaba bien. Las administraciones funcionaban y él recibía sus rentas, y las víctimas vivían tranquilas y confiadas. Pero el problema llegó porque él seguía dilapidando grandes cantidades de dinero en el juego, hasta que al final ya no le llegaba para hacer frente a las deudas, y se dedicó a tomar dinero de uno para pagar las deudas con otro, y después a tomar dinero de otro más para pagar la deuda del de antes, etc. Y ahora no podía ignorar el problema, porque: 1. las cantidades ya iban siendo relativamente grandes, 2. él aparecía identificado en los documentos, y 3. alguna de las víctimas no lo dejó pasar y recurrió a terceros (empresas de cobro de morosos y similares, que empezaron a acudir a su negocio y reclamarle las deudas).

Viéndose acorralado, nuestro protagonista no vio más salida que sustraer el dinero de la recaudación de varias de las administraciones de loterías que gestionaba y huir. Lo hizo en la última parte del año, de forma que pudo retener el dinero obtenido por la venta de los décimos de la lotería de navidad, que era la parte más grande de lo que recaudaban las administraciones en todo el año. La mayoría de estos casos han permanecido un poco ocultos porque la víctima (el titular de la administración) no tenía forma de probar que era el huido quien se había llevado el dinero y ni siquiera podía demostrar que tuviera ninguna relación con esa administración de loterías; en cambio sí que ha aparecido en la prensa el caso de la administración de la que el huido era titular

Además, durante los meses en que estaba preparando su huida, también se dedicó a buscar a personas a las que vender la administración de la que él era titular. Y la vendió varias veces a varias personas distintas. No es que la vendiera a varias personas en conjunto (eso hubiera sido perfectamente legal), no: la vendió completa a una persona, la volvió a vender completa a otra persona, y lo mismo a otra, etc. Llevándose su buen dinero como primeros pagos de las distintas ventas, claro, pero sin entregar nada a cambio porque a ver cómo multiplicas la administración para poder entregar una a cada comprador. Con esto el amigo añade varios delitos de doble venta.

El delincuente se movía mucho, y los delitos por los que ahora le persiguen fueron cometidos en lugares muy variados a lo largo y ancho de España: Lugo, Pontevedra, León, Ponferrada, Asturias, Zaragoza, Madrid, Getafe, Jerez de la Frontera, Alicante, y un largo etcétera.

Esta vez las víctimas no están dispuestas a fingir que no ha pasado nada, y algunas se han puesto en contacto con otras, comparten información, se ayudan y buscan activamente a esta persona. Si usted ha sido víctima de él, o lo conoce, o lo está conociendo ahora (y eso probablemente significa que se está convirtiendo en una nueva víctima, piense si le ha pedido y/o usted le ha entregado dinero en efectivo y sin dejar constancia), si puede aportar información sobre él, si tiene interés en que se le encuentre, o quiere ayuda para evitar que esta persona consume su delito contra usted y se quede con su dinero, puede ponerse en contacto con nosotros en nuestro correo.